September 24, 2005

Vincent Van Gogh, ultimas cartas desde la locura (III)

Septiembre de 1889.

Mi viejo, mi buen amigo, no olvidemos que las pequeñas emociones son los grandes capitanes de nuestras vidas y que las obedecemos sin saberlo. Aunque recobrar el valor ante las faltas cometidas o por cometer sería mi curación, no olvidemos que tanto nuestros «spleens» y melancolías, como nuestros sentimientos de bondad y de sentido común, no son nuestros únicos guías, ni, sobre todo, nuestros guardianes definitivos y que aunque tú también te encuentres frente al riesgo de duras responsabilidades, o una obligación, ¡a fe mía!... no nos ocupemos demasiado el uno del otro, ya que, fortuitamente, las circunstancias de vivir en estados de cosas tan alejadas de nuestros conceptos de juventud sobre la vida de artista, nos habrán de hermanar con lo si fuéramos, bajo muchos aspectos, compañeros de aventura. Las cosas se mantienen de tal forma, que aquí a veces se encuentran cucarachas en el comedor, como si se estuviera verdaderamente en París; por el contrario, podría suceder que en París tuvieras a veces una verdadera sensación de campo.

No viene a ser una gran cosa, pero en fin, es tranquilizante. Acepta, pues, tu paternidad como la aceptaría un buen hombre de nuestras viejas florestas, las cuales, a través de todo el ruido, tumulto, bruma y angustia de las ciudades todavía nos son -por tímida que sea nuestra ternura - inefablemente apreciables. Es decir, acepta tu paternidad en tu calidad de exiliado, de extranjero y de pobre, basándote en lo sucesivo con el instinto del pobre en la probabilidad de la existencia verdadera de la patria, de la existencia verdadera del recuerdo, aun cuando todos los días lo olvidemos. Total, tarde o temprano encontramos nuestra suerte; pero en verdad, para ti, como para mí, sería un poco hipócrita olvidar nuestro buen humor, nuestro confiado dejar correr las cosas como pobres diablos, tal como seremos en este París ahora tan extraño y que pesará demasiado sobre nuestras preocupaciones.

En verdad, estoy muy contento de que mientras aquí a veces hay algunas cucarachas en el comedor, en tu casa hay mujer y niño. Por otra parte, es tranquilizante que, por ejemplo, Voltaire, nos permita la libertad de no creer absolutamente en todo lo que imaginemos.

Septiembre de 1889.

Mi querido hermano:

Siempre te escribo en intervalos de trabajo -como un verdadero poseso, un furor sordo de trabajo, más que nunca. Y creo que esto contribuirá a curarme. Quizá me ocurrirá algo como aquello que refiere Delacroix: «he encontrado la pintura cuando ya no tenía ni dientes ni aliento, en el sentido de que mi triste enfermedad me hace trabajar con un furor sordo -muy lentamente - pero desde la mañana a la tarde sin aflojar y - ahí está probablemente el secreto - trabajar largo tiempo y lentamente. Qué sé yo, pero creo que tengo una o dos telas en preparación no están muy mal; para empezar que el segador en los trigales amarillos y el retrato sobre fondo claro; esto será para los veintistas si, no obstante, en el momento dado se acuerdan de mí; además, que me importa, si quizás más valdrá que me olviden...

Ayer he comenzado el retrato del celador en jefe y quizás haré también a su mujer; porque él está casado y vive en una casita, pero a pocos pasos del establecimiento. Una cara muy interesante-; tienes un hermoso aguafuerte de Legros que representa a un viejo noble español, si te acuerdas, esto te dará una idea del tipo. Ha estado en el hospicio de Marsella, durante dos épocas del cólera; en fin, es un hombre que ha visto morir a mucha gente y sufrir y tiene en su rostro yo no sé qué de recogimiento, como la cara de Guizot -porque hay algo similar en esa cara, pero diferente que me viene involuntariamente a la memoria. Pero él es del pueblo y más simple. En fin, ya verás si lo he logrado y si hago una reproducción...

¡Uf!... el segador está terminado; yo creo que éste será uno que guardarás para ti -es una imagen de la muerte, tal como nos habla en el gran libro de la naturaleza - pero lo que he buscado, es el «casi sonriente». Es todo amarillo, salvo una línea de colinas violetas, de un amarillo pálido y rubio. A mí eso me divierte, después de haberlo visto así a través de las rejas de hierro de una casa de locos. Bueno, ¿sabes lo que espero, cada vez que me pongo a tener esperanzas? que la familia sea para ti lo que es para mí la naturaleza, los montones de tierra, la hierba, el trigo amarillo, el aldeano, es decir que encuentres en tu amor por la gente, no solamente de qué trabajar sino de qué consolarte y rehacerte cuando haya necesidad.

... La vida pasa así, el tiempo no vuelve, pero yo me encarnizo en mi trabajo, justamente porque sé que las ocasiones de trabajar no se repiten. Sobre todo en mi caso en que una crisis más violenta puede destruir para siempre mi capacidad de pintar.

En las crisis me siento cobarde ante la angustia y el sufrimiento -más cobarde que de costumbre, y es quizás esa cobardía moral la que mientras que antes no tenía ningún deseo de curarme, ahora me hace comer por dos, trabajar fuerte, cuidarme en mis relaciones con los otros enfermos por miedo a tener una recaída - en fin, ahora trato de curarme como uno que hubiera querido suicidarse y al encontrar el agua demasiado fría, trata de alcanzar la orilla.

... Me reprocho mi cobardía, tendría que haber defendido mejor el taller, aunque hubiera tenido que luchar con esos gendarmes y vecinos. En mi lugar otros habrían usado un revólver, y por cierto si como artista uno hubiera matado a papanatas como esos, habría salido absuelto. Tendría que haber hecho mejor las cosas, entonces; y en cambio fui cobarde y borracho.

... Dejo de lado la esperanza de que ya no volverán, al contrario, es preciso decirse que de vez en cuando tendré una crisis.

... Qué cosa curiosa la pincelada. Al aire libre, expuesto al viento, al sol, a la curiosidad de la gente, uno trabaja como puede, llena su tela de cualquier manera. Sin embargo, se atrapa lo verdadero y lo esencial, lo más difícil es eso.

Pero cuando después de un tiempo se retoma ese estudio y se arregla la pincelada en el sentido de los objetos, es más armonioso y agradable de ver, y se agrega lo que se tiene de serenidad y sonrisa.

Ah, nunca podré reproducir mis impresiones de ciertas figuras que aquí vi. Por cierto, esa es la ruta en la que hay cosas nuevas, la ruta del Midi, que a los hombres del Norte les cuesta trabajo penetrar. Y yo ya veo de antemano, el día en que tendré algún éxito, que lamentaré mi soledad y mi aflicción de aquí, cuando vi, a través de los barrotes de hierro de la celda, al segador en el campo de abajo.

... Yo no necesito ver Ticianos ni Velázquez en los museos, vi ciertos tipos vivos que hacen que ahora sepa mejor que antes de mi viajecito lo que es un cuadro del Midi.

... Sí, habrá que terminar con esto, ya no puedo hacer las dos cosas a la vez, trabajar y tomarme mil penas para vivir con esos enfermos de aquí, todo eso lo trastorna a uno.

... Me gustaría mucho estar de regreso cuando venga tu niño, no con ustedes, por cierto no, eso no es posible, sino en los alrededores de París con otro pintor.

... El tratamiento de los enfermos en este hospicio es sin duda fácil de seguir hasta cuando uno viaja, ya que no se hace absolutamente nada, los dejan vegetar en el ocio y los alimentan con una comida insulsa y un poco deteriorada.

... Ahora tengo 7 copias de los diez «Trabajos del campo» de Millet. Puedo asegurarte que me interesa enormemente hacer copias, y que como por el momento no tengo modelos, eso hará que, sin embargo, no pierda de vista la figura.

... Hice un retrato de mujer -la mujer del celador - que creo que te gustará, hice una copia que no estaba tan bien como la del natural. Y temo que se quedarán con esta última, habría querido que la tengas. Es rosa y negro. Hoy te envío mi retrato, hay que mirarlo durante algún tiempo; espero que veas que mi fisonomía está muy calmada, aunque la mirada sea más vaga que antes, a mi parecer. Tengo otro que es un ensayo de cuando estaba enfermo, pero creo que éste te gustará más; traté de hacerlo simple, muéstraselo al padre Pissarro si lo ves.

... Ahora estando enfermo, trato de hacer algo para consolarme, para mi propio placer. Como motivo, pongo frente a mí el blanco y negro de Delacroix o de Millet o según ellos. Y luego improviso el color por encima, pero por supuesto no siendo yo mismo, totalmente sino buscando recuerdos de sus cuadros, pero el recuerdo, la vaga consonancia de colores que están dentro del sentimiento es una interpretación mía. Un montón de gente no copia, un montón de otros copian, yo me puse a hacerlo por casualidad, y me parece que eso enseña y, sobre todo, a veces consuela. Entonces mi pincel se desliza entre mis dedos como un arco sobre el violín, y absolutamente para mi placer.

... Te agradezco mucho el envío de tela y colores. En retribución te envío algunas telas con el retrato, las siguientes:

Salida de la luna (pajar),

Estudio de campo,

Estudio de olivos,

Estudio de noche,

La montaña,

Campo de trigo verde,

Olivos,

Huerto en flor,

Entrada de una cantera.

Las cuatro primeras telas son estudios donde no se encuentra el efecto de conjunto de los otros. A mí me gusta bastante “La entrada de una cantera", que hacía cuando sentí comenzar ese ataque, porque los verdes oscuros, a mi gusto, pegan con los tonos de ocre; hay algo triste en él, que es sano y por eso no me molesta. Quizá, también eso sucede con "La montaña".

..."Los olivos" con nube blanca y fondo de montañas, así como la "Salida de la luna" y el efecto de noche, son exageraciones desde el punto de vista del arreglo; las líneas son contorneadas como las de las maderas antiguas. Los olivos están más dentro del carácter, así como en el otro estudio traté de dar la hora en que cuando hace calor, se ven volar los cetonios verdes y las cigarras.

Las otras telas, el "Segador", etc., no están secas. Y ahora en la mala estación voy a hacer muchas copias, ya que realmente tengo que hacer más figuras.

El estudio de figuras es lo que enseña a aprehender lo esencial, y a simplificar. No es justo cuando en tu carta dices que nunca habré hecho nada más que trabajar, yo estoy muy descontento de mi trabajo, y la única cosa que me consuela es que la gente de experiencia dice que hay que pintar durante diez años para nada. Pero lo que he hecho no es más que esos diez años de estudios desdichados y desafortunados. Ahora podría venir un período mejor, pero habrá que fortalecer la figura y tengo que refrescar mi memoria con el estudio bien riguroso de Delacroix y Millet.

Entonces trataré de aclarar mi dibujo. Sí, no hay mal que por bien no venga, con el estudio se gana tiempo. Al rollo de telas agrego un estudio de flores; no es gran cosa, pero en fin, no quiero romperlo.

En suma, allí encuentro un poco bien nada más el campo de trigo, la montaña, el huerto, los olivos con las colinas azules y el retrato y la entrada de la cantera, y el resto no me dice nada, porque carece de voluntad personal, de líneas sentidas. Allí donde esas líneas son concisas y decididas comienza el cuadro, aun cuando sea exagerado.

¡La diferencia entre la felicidad y la desdicha! ambas son necesarias y útiles, y la muerte o la desapariciones tan relativo, y la vida también.

... Desdichadamente no hay viñas aquí, si no fuera por eso yo me había prometido no hacer mas que viñas este otoño. Las hay, pero para pintarlas hubiera sido necesario ir a vivir a otro pueblo. En cambio los olivos son muy característicos y lucho por atraparlos. Son color plata, ya más azul, ya verde, bronceado, blanquecino sobre terreno amarillo, rosa, violáceo o anaranjado, hasta el ocre rojo apagado. Pero muy difícil, muy difícil. Pero trabajar de lleno en el oro o la plata me gusta y me atrae mucho. Y quizás un día haré una impresión personal, como lo son los girasoles para los amarillos. ¡Si los hubiera tenido este otoño? Pero esta semilibertad a menudo impide hacer lo que uno siente, no obstante, que puede.

... Tenemos algunos días soberbios de otoño, y los aprovecho. Tengo algunos estudios, entre otros una morera toda amarilla sobre terreno pedregoso, destacándose contra el azul del cielo, en el que creo que veras que he encontrado la huella de Monticelli.

Habrás recibido el envío de telas que te envié el sábado pasado. Me sorprende mucho que el Sr. Isaacson quiera hacer un artículo acerca de mis estudios. De buena gana le pediría que espere un poco más, su artículo no perdería absolutamente nada y con un año más de trabajo podría - espero- ponerle bajo los ojos cosas más características, con mayor voluntad en el dibujo, más conocimiento de causa en cuanto al Midi provenzal.

... Tengo un estudio de dos álamos amarillentos sobre fondo de montaña y un panorama del parque de aquí, efecto de otoño, donde hay un poco de dibujo más ingenuo y más familiar. En fin, es difícil dejar un lugar antes de probar con algo que uno ha sentido y querido.

Si vuelvo al Norte, me propongo hacer un montón de estudios de modelo griego, tú sabes, estudios pintados con blanco y azul y un poco de anaranjado solamente, como al aire libre.

Tengo que dibujar y buscar estilo.

Mi querido Théo:

Acabo de regresar con una tela en la que trabajo desde hace algún tiempo, que representa el mismo campo del segador. Ahora son terrones de tierra y al fondo los terrenos áridos, además los peñascos de los Alpinos. Un trozo de ciclo azul verde con pequeña nube blanca y violeta. En primer plano un cardo y hierbas secas.

Un paisano arrastra una gavilla de paja en el medio. Es otro estudio rudo, y en lugar de ser casi enteramente amarillo, es una tela casi totalmente violeta. Violetas quebrados y neutros, Pero te escribo esto porque creo que completará "El segador" y hará ver mejor lo que es. Ya que "El segador” parece hecho al tuntún, y esto lo equilibrará. Apenas se seque te lo envío con la copia del "Dormitorio". Si alguien ve los estudios, te ruego que los muestres juntos, a causa de la oposición de los complementarios.

Además, esta semana hice la entrada de una cantera que es como una cosa japonesa; ¿te acuerdas que hay dibujos japoneses de peñascos en los que de tanto en tanto crecen hierbas y arbolitos? De vez en cuando hay momentos en que la naturaleza es soberbia, efectos de otoño de un color glorioso, cielos verdes que contrastan con vegetaciones amarillas, anaranjadas, verdes, terrenos de todos los violetas, la hierba quemada donde las lluvias, no obstante, dieron un último vigor a ciertas plantas, que se ponen a producir nuevamente pequeñas flores violetas, rosadas, azules, amarillas. Cosas que uno se pone melancólico al no poder reproducir. Y cielos, como nuestros cielos del Norte, pero los colores de las puestas y salidas del sol son más variados y más francos. Como en los Jules Dupré y los Ziem.

También tengo dos panoramas del parque y del sanatorio, donde este lugar parece muy agradable. Traté de reconstruir la cosa como pudo ser, simplificando y acentuando el carácter orgulloso e inalterable de los pinos y arbustos de cedro contra el cielo azul.

... La melancolía me invade muy a menudo con gran fuerza. Cuanto más se normaliza la salud y más capaz siento la cabeza de razonar fríamente, más me parece una locura, una cosa totalmente contra la razón pintar, que nos cuesta tanto y no reporta nada, ni siquiera el precio de costo. Entonces me siento muy triste y el problema es que a mi edad es terriblemente difícil volver a empezar otra cosa.

... Me has hecho un gran favor en enviarme esos Millet. Estoy trabajando activamente en ellos. A fuerza de no ver nunca nada artístico me embrutecía y esto me reanima. Terminé «La velada» y comencé «Los cazadores» y «El hombre que se pone el saco», telas de 30, y «El sembrador», más pequeño. «La velada» está dentro de una gama de violetas y lilas suaves con luz de la lámpara amarillo pálido, además, el resplandor anaranjado del fuego y el hombre en ocre rojo. Lo verás; me parece que pintar según esos dibujos de Millet es traducirlos a otra lengua antes que copiarlos.

Aparte de esto tengo en marcha un efecto de lluvia y un efecto de tarde con grandes pinos. Y también una caída de hojas. La salud va muy bien, salvo a menudo mucha melancolía, pero me siento bien, mucho mejor que este verano y hasta mejor que cuando venía aquí, y hasta mejor que en París.

También las ideas para el trabajo se vuelven más firmes, a mi parecer. Pero no sé si te gustará lo que ahora hago. Ya que a pesar de lo que dices en tu carta anterior, que la búsqueda del estilo a menudo perjudica a otras cualidades, la cuestión es que me siento muy llevado a buscar estilo, si quieres, pero por ello entiendo un dibujo más varonil y más voluntario.

... Tanto como sea posible trato de simplificar la lista de los colores; así muy a menudo empleo, como en otros tiempos, los ocres. Bien sé que los estudios dibujados con grandes líneas tan nudosas del último envío no eran lo que debían ser, sin embargo me atrevo a exhortarte a que creas que en el paisaje se seguirá tratando de concentrar las cosas, por medio de un dibujo que trate de expresar su enmarañamiento. ¿Te acuerdas del paisaje de Delacroix: «La lucha de Jacob con el ángel»? ¡Y hay otros de él!, por ejemplo los acantilados y justamente las flores de las que a veces hablas. Bernard realmente encontró cosas perfectas allí. En fin, no tomes demasiado rápidamente una resolución en contra.

Verás que en un gran paisaje con pinos, troncos ocre rojo cortados por un trazo negro, ya hay más carácter que en los precedentes.

... Voy a trabajar un poco más afuera; hay mistral. Hacia el momento de la puesta del sol generalmente se calma un poco, entonces hay efectos soberbios de cielos limón pálido y los pinos desolados destacan sus siluetas contra el cielo con efectos de exquisito encaje negro. Otras veces el cielo es rojo, otras de un tono extremadamente fino neutro, de limón pálido también, pero neutralizado por lila fino. Tengo un efecto de tarde de otro pino contra rosa y amarillo verde.

A pesar del frío hasta ahora sigo trabajando afuera y creo que me hace bien a mí y al trabajo. El último estudio que hice es un panorama del pueblo, en el que estaban reparando las veredas, bajo plátanos enormes. Por consiguiente, hay montones de arena y piedras, troncos gigantescos, el follaje amarilleante y de tanto en tanto se entrevé una fachada y pequeñas figuras.

... Verás que en los grandes estudios no hay más empastes, preparo la cosa con especies de aguadas de aguarrás y luego procedo por pinceladas o rayas coloreadas y espaciadas. Eso da aire y gasta menos color.

Mi querido Théo:

Muchas gracias por tu carta del 22 de diciembre, conteniendo un billete de 50 francos; primero te deseo a ti y a Jo un feliz año y lamento haberte causado inquietudes aunque involuntariamente, ya que el Sr. Peyron ha debido escribirte que una vez más tuve la cabeza perturbada.

Es preciso sobre todo que no pierda mi tiempo, voy a ponerme a trabajar apenas lo permita el Sr. Peyron, y si no lo permite, entonces corto rotundamente con este lugar. Esto es lo que todavía me mantiene relativamente en equilibrio, y todavía tengo un montón de ideas para nuevos cuadros.

Ah, mientras estaba enfermo caía nieve húmeda que se derretía, y me levanté de noche para mirar el paisaje. Nunca, nunca la naturaleza me pareció tan emocionante y sensitiva.

Las ideas relativamente supersticiosas que aquí tienen acerca de la pintura me ponen a veces más melancólico de lo que podría decirte, aunque en el fondo siempre es un poco cierto que un pintor como hombre está demasiado absorbido por lo que ven sus ojos y no domina el resto de su vida.

... Hoy envié algunas telas, las siguientes: «Campo arado» con fondo de montañas; es el mismo campo del segador de este verano y puede hacer juego con él; creo que uno valorizará al otro. «El barranco», es el estudio hecho en un día de mistral, yo había calzado mi caballete con grandes piedras, el cuadro no está seco, es de un dibujo más conciso, hay más pasión contenida y es más coloreado. Este puede ir con otro estudio de montañas, efecto de verano con una ruta en primer plano y una barraca negra. «Las aceituneras», este cuadro lo había destinado a nuestra madre y hermana, para que tengan algo un poco estudiado. También tengo para ti una copia y el estudio del natural (más coloreado con tonos más graves). «Los campos», campos de trigo joven con fondo de montañas lilas y cielo amarillento. «Olivos», cielo de poniente anaranjado y verde (aquí hay otra variante con figuras). Idem, efecto neutro. Idem, efecto neutro. «Los grandes plátanos», calle principal o bulevar de Saint-Remy, estudio del natural, aquí tengo una copia quizá más hecha. Copia de Millet: «Los cavadores» Idem, « La velada». Todavía me olvido «La lluvia».

Ten la bondad de no mirarlas sin montarlas en bastidores y enmarcarlas de blanco, es decir que desclavarás otras telas y montarás a éstas sobre los bastidores, una a una, si quieres, para darte cuenta del efecto. Ya que las coloraciones necesitan absolutamente el contraste del marco blanco para juzgar el conjunto. Así la lluvia, los olivos grises, casi no pueden verse sin el marco.

Me produjo un gran placer lo que dices de la copia de Millet: «La velada».

Cuanto más pienso en eso, más me parece que tratar de reproducir cosas de Millet, cosas que no tuvo tiempo de pintar al óleo, tiene su razón de ser. Entonces trabajar ya sea en sus dibujos ya en los grabados sobre madera, no es copiar pura y simplemente. Es más bien traducir en otra lengua -la de los colores - las impresiones de claroscuro en blanco y negro. Así, acabo de terminar las otras tres «Horas de la jornada» según las maderas de Lavieille. Eso me costó mucho tiempo y mucho trabajo. Porque tú sabes que ya este verano hice «Los trabajos del campo».

Pero esas reproducciones - algún día las verás - no las envié porque eran más tanteos que éstas, pero sin embargo me sirvieron mucho para las «Horas de la jornada». Quizá más tarde pueda hacer litografías con éstas.

... Creo que si fuera a París, en los primeros tiempos no haría nada más que dibujar de moldes griegos, porque todavía necesito seguir estudiando.

... Lo que los impresionistas encontraron para el color, se acrecentará todavía más, pero hay un lazo que muchos olvidan, que lo liga al pasado, y yo me esforzaré en mostrar que no creo en una separación rigurosa de los impresionistas y de los otros. Me parece muy dichoso que en este siglo haya habido pintores como Millet, Delacroix, Meissonier, que no se pueden superar. Ya que aunque no gusta tanto Meissonier como ciertas personas, no hay que andar con vueltas cuando se ve sus «Lectores», su «Alto» y tantos otros cuadros, ahí hay algo. Y entonces se deja de lado lo que es su fuerte, es decir, la pintura militar, porque eso nos gusta menos que los campos.

1º de febrero de 1890.

...Me sorprendió mucho el artículo que me enviaste sobre mis cuadros, no hay necesidad de decirte que espero seguir pensando que no pinto así, sino que más bien allí veo cómo debería pintar. Ya que el artículo es muy justo en el sentido que indica el hueco a llenar, y creo que en el fondo el escritor lo escribió para guiarme no solamente a mí, sino también a los otros impresionistas, y hasta más bien para hacer la brecha en el buen lugar. Por consiguiente propone un yo colectivo, ideal tanto para los otros como para mí, y simplemente me dice que de tanto en tanto hay algo bueno, si quieres, también en mi trabajo, tan imperfecto, y ese es el lado consolador que aprecio y del que espero estar agradecido. Tan sólo debe entenderse que yo no tengo una espalda lo suficientemente buena como para llevar a cabo una tarea semejante; y el hecho de que concentre sobre mí el artículo, aunque no hay necesidad de decirte hasta qué punto me siento adulado, a mi parecer es tan exagerado como lo que decía sobre ti cierto artículo de Isaacson, que ahora los artistas dejaban de pelearse y que un movimiento serio se hacía silenciosamente en el pequeño negocio del Bulevar Montmartre.

Admito que es difícil hablar, expresarse de otra manera -del mismo modo que no se podría pintar como uno ve - y por lo tanto no es para criticar la audacia de Isaacson o la del otro crítico, pero en cuanto a nosotros, bueno, posamos un poco como el modelo y a fe mía ése es un deber y un trabajo como cualquier otro.

Por consiguiente si tú o yo llegáramos a tener una reputación, hay que tratar de conservar cierta calma, y si es posible una presencia de ánimo. ¿Por qué no decir lo que él dice de mis girasoles, con mayor razón de las magníficas y tan completas malvarrosas de Quost, y de sus lirios amarillos, de las espléndidas peonías de Jeannin? Y tanto como yo, tú ves que ser elogiado debe tener su reverso su otro lado de la medalla. Pero de buena gana estoy muy agradecido por el artículo, o más bien con “el corazón contento”, como en la canción de la Revue, puesto que uno puede necesitarlo, como realmente puede necesitar una medalla. Además, un articulo semejante tiene su mérito propio de obra de arte crítica, por lo que me parece respetable, y el escritor debe elevar los tonos, sintetizar sus conclusiones, etcétera.

... Traté de copiar los «Bebedores», de Daumier, y el «Presidio», de Doré, es muy difícil. En estos días espero comenzar el «Buen Samaritano», de Delacroix, y el «Leñador», de Millet. El artículo de Aurier me animaría, si me atreviera a dejarme llevar, a arriesgarme más a salir de la realidad y a hacer con el color como una música de tonos, como ciertos Monticelli. Pero quiero tanto a la verdad, el tratar de hacer lo verdadero también, en fin, creo, creo que aún prefiero ser zapatero a ser músico con los colores. En todo caso tratar de seguir siendo veraz es quizás un remedio para combatir la enfermedad que continúa inquietándome.

Hoy quise tratar de leer las cartas que habían venido para mí, pero todavía no tenía suficiente claridad para poder comprenderlas.

Sin embargo trato de responderte enseguida y espero que esto se disipe dentro de algunos días. Sobre todo espero que tú y tu mujer y tu niño estén bien.

No te preocupes por mí, aun cuando esto dure un poco más de tiempo; escribe lo mismo a casa y mándales muchos saludos de parte mía. Saludos a Gauguin, que me escribió una carta que le agradezco mucho; me aburro mucho, pero hay que tener paciencia. Una vez más saludos a Jo y a su chiquito y un apretón de manos en pensamiento.

29 de abril de 1890.

Mi querido Théo:

El resto de las telas es escaso; como llevo dos meses sin poder trabajar, estoy atrasado. Encontrarás que los olivos de cielo rosa son lo mejor, con las montañas, me imagino; los primeros van bien como compañeros de aquellos del cielo amarillo. En cuanto al retrato de la Arlesiana, tú sabes que he prometido un ejemplar al amigo Gauguin y se lo harás llegar. Luego los cipreses son para el señor Aurier. Hubiera querido rehacerlos con un poco menos de empaste, pero me falta tiempo.

Hay que lavarlos todavía varias veces con agua fría; después, un fuerte barniz, cuando los empastes estén bien secos; entonces los negros no se saldrán cuando el aceite se haya evaporado. Ahora me haría falta, necesariamente, colores que en parte bien podrías adquirir en lo de Tanguy; si está fastidiado esto le gustará. Pero por supuesto, no tiene que ser más caro que otro. Esta es la lista de los colores que necesitaré: (Tubos grandes) 12 blanco de zinc; 3 cobalto; 5 verde veronés, 1 laca ordinario; 2 cromo 11; 2 verde esmeralda, 4 cromos I; 1 mina anaranjado; 2 ultramar. Después (pero en lo de Tasset): 2 laca geranio, tubos de formato mediano. Me harás un gran favor si me puedes hacer llegar enseguida por lo menos la mitad; pronto, porque he perdido demasiado tiempo.

También, necesitaré 6 brochas; 6 pinceles de cerda y 7 metros de tela o hasta 10. ¿Qué decirte de estos dos meses pasados? Esto no va muy bien; estoy triste y embrutecido, más de lo que sabría expresar y no sé ya dónde estoy. Como el pedido de colores es un poco cargado, puedes demorar la mitad, si te conviene más. Mientras estaba enfermo, hice aún algunas pequeñas telas de cabezas que verás más tarde, recuerdos del Norte; y ahora, acabo de terminar un rincón de pradera lleno de sol, que yo creo más o menos vigoroso. Lo verás muy pronto. Hazme el favor de rogar al señor Aurier que no escriba más artículos sobre mi pintura; dile con insistencia que, por empezar, sus notas sobre mí se engañan, puesto que realmente me siento demasiado entristecido para poder enfrentarme a la publicidad.

Hacer cuadros me distrae; pero si oigo hablar de ellos, me causa una pena que él no imagina... He caído enfermo en la época en que hacía las flores de almendro. Si hubiera podido continuar trabajando, puedes deducir que hubiera hecho otros árboles en flor. Ahora, ya casi se han terminado los árboles en flor; verdadera me no tengo suerte. Sí; hay que tratar de salir de aquí, pero ¿dónde ir? No creo que se pueda estar más encerrado y prisionero que en las casas donde no existen normas de libertad, como en Charenton o en Montevergues.

Mayo de 1890.

Quizás me ponga a trabajar según los Rembrandt; sobre todo, tengo una idea para hacer El hombre orando en la gama de tonos que parten del amarillo claro hasta el violeta. Te incluyo la carta de Gauguin; haz lo que mejor te parezca para el cambio; toma lo que a ti te plazca; estoy cada vez más seguro de que tenemos el mismo gusto.

Mayo de 1890.

He hecho dos telas de la hierba fresca en el parque, de las cuales hay una (le una simplicidad extrema; he aquí un croquis rápido. Un hongo de pino violeta rosa y después la hierba con flores blancas y cardillos, un pequeño rosal y otros troncos de árboles en el fondo mas alto de la tela. Yo estaré allá afuera, estoy seguro de que el anhelo de trabajar me devorará y me dejará insensible a todo lo demás y de buen humor. Y me relajaré, no sin reflexión; pero sin apesadumbrarme con el lamento de las cosas que hubieran podido ser. Ellos dicen que en la pintura no hay que buscar nada ni esperar nada más que un buen cuadro, una buena conversación y una buena comida como máximo de felicidad, sin contar los paréntesis menos brillantes. Tal vez sea cierto, ¿por qué rechazar lo posible, sobre todo si al actuar así se procura el cambio de la enfermedad?

... Mi deseo de partir de aquí es ahora absoluto.

... Ahora me parecería preferible ir a ver a ese médico al campo apenas sea posible, dejaríamos los bultos en la estación. Por consiguiente no me quedaría en tu casa más que, digamos dos o tres días, luego partiría para ese pueblo donde empezaré por alojarme en el hotel. Esto es lo que me parece que podrían escribirle estos días - sin demora - a nuestro futuro amigo, el médico en cuestión: «Como mi hermano tiene muchos deseos de conocerlo y prefiere consultarlo antes de prolongar su estadía en París, espero que le parecerá bien que pase algunas semanas en su pueblo adonde irá a hacer estudios; tiene toda la confianza de entenderse con usted, y cree que con un retorno al Norte su enfermedad disminuirá, mientras que con una estadía más prolongada en el Midi, su estado amenazaría con agudizarse»

Tú le escribirías de esta manera, a la mañana siguiente o a la otra de mi llegada a París le enviaríamos un telegrama y probablemente me esperaría en la estación.

El ambiente de aquí comienza a pesarme más de lo que podría expresarlo -a fe mía, tuve paciencia más de un año - necesito aire, me siento abrumado de aburrimiento y de pena. Además el trabajo corre prisa, aquí perdería mi tiempo.

... Ahora la mejoría continúa, toda la horrible crisis ha desaparecido como una tormenta, y trabajo para dar una última pincelada aquí con un ardor tranquilo y continuo. Empecé una tela de rosas sobre fondo verde claro y dos telas que representan grandes ramos de lirios violetas, una contra un fondo rosa donde el efecto es armonioso y suave por la combinación de los verdes, rosas, violetas. Al contrario el otro ramo violeta (que va hasta el carmín y el azul de prusia puro) que se destaca sobre un fondo amarillo limón brillante, con otros tonos amarillos en el jarrón y el zócalo en que reposa, es un efecto de los complementarios terriblemente contrastados, que se exaltan por su oposición.

Mayo de 1890.

Mi querido Théo:

Una vez más te escribo para decirte que la salud sigue andando bien, sin embargo me siento un poco descuajeringado por esta larga crisis y me atrevo a creer que el cambio proyectado me refrescará las ideas.

Creo que lo mejor será que yo mismo vaya a ver a ese médico al campo lo más pronto posible; entonces muy pronto se podrá decir si me alojaré en su casa o provisoriamente en el hotel; y así se evitará una estadía demasiado prolongada en París, cosa que temo.

Recuerdas que hace seis meses te decía después de una crisis que si se repetía te pediría cambiar. En eso estamos, y aunque no me siento capaz de juzgar la manera que tienen aquí de tratar a los enfermos, es suficiente con que sienta absolutamente en peligro lo que me queda de razón y de potencia de trabajar; mientras que al contrario estoy seguro de probarle a ese médico del que hablas, que todavía sé trabajar lógicamente, y él me tratará en consecuencia y puesto que quiere a la pintura, hay bastantes posibilidades que de ello resulte una sólida amistad.

... Las aguafuertes que me enviaste son muy hermosas. Adjunto un croquis que garabateé de una pintura, que hice con tres figuras que están en el fondo de la aguafuerte del «Lázaro»: el muerto y sus dos hermanas. La gruta y el cadáver son violeta amarillo blanco. La mujer que quita el pañuelo del rostro del resucitado tiene un vestido verde y cabellos anaranjados, la otra tiene una cabellera negra y un vestido rayado verde y rosa. Detrás un campo de colinas azules, un sol naciente amarillo. Así la combinación de colores hablaría por sí misma de la misma cosa que expresa el claroscuro de la aguafuerte.

... Me iré apenas le hayas escrito al Sr. Peyron, me siento bastante tranquilo y no creo que, en el estado en que estoy, pueda desequilibrarme fácilmente.

... Acabo de terminar otra tela de rosas rosadas contra un fondo verde amarillo en un jarrón verde. Espero que las telas de estos días nos resarcirán de los gastos del viaje. Esta mañana cuando fui a franquear mi baúl, volví a ver el campo - después de la lluvia fresco y todo florido - cuántas cosas podría haber hecho todavía.

... En París - si me siento con fuerzas - tendré grandes deseos de hacer enseguida un cuadro de una librería amarilla (efecto de gas), que desde hace tanto tiempo tengo en mente. Verás que la misma mañana de mi llegada lo haré. Te digo, con respecto al trabajo siento mi cabeza absolutamente serena, y las pinceladas vienen y se suceden muy lógicamente.

AUVERS SUR OISE

20 de Mayo-29 de julio de 1890.

21 de mayo de 1890.

Mi querido Théo y querida Jo:

Después de haber conocido a Jo, en adelante me será difícil escribir a Théo sólo, pero Jo me permitirá - espero - escribir en francés, porque después de dos años en el Midi, así creo decirles mejor lo que tengo que decir. Auvers es muy hermoso, muchos viejos rastrojos, cosa que se hace rara.

... Vi al Dr. Gachet, que me produjo la impresión de ser bastante excéntrico, pero su experiencia de doctor debe mantenerlo en equilibrio combatiendo el mal nervioso, del que por cierto me parece atacado al menos tan gravemente como yo.

Me condujo a un albergue donde pedían 6 francos por día. Por mi parte encontré uno donde pagaré 3 francos 50 por día.

... Su casa está llena de antiguallas negras, negras, negras, con excepción de los cuadros de los impresionistas nombrados. La impresión que me produjo no es desfavorable.

... Ahora tengo un estudio de viejos techos de rastrojo con un campo de porotos y trigo en primer plano, fondo de colina, un estudio que creo que te gustara.

Y ya me doy cuenta de que me hizo bien ir al Midi para ver mejor el Norte.

Es como lo suponía, veo los violetas más en su lugar. Francamente Auvers es muy hermoso. Tanto que creo que será más ventajoso trabajar que no trabajar, a pesar de toda la mala suerte que es de prever en los cuadros.

Aquí es muy coloreado -pero qué lindas casas de campo burguesas hay, mucho más lindo que Ville d'Avray, etc., a mi gusto.

... Hoy volví a ver al Dr. Gachet y voy a pintar en su casa el martes por la mañana, luego cenaré con él y. después vendrá a ver mi pintura. El me parece muy razonable, pero está tan descorazonado con su oficio de médico rural como yo con mi pintura. Entonces le dije que con mucho gusto cambiaría oficio por oficio.

... Sigo creyendo que sobre todo es una enfermedad del Midi lo que atrapé, y que el regreso aquí bastará para disipar todo.

... Tengo un dibujo de una vieja viña, de la que me propongo hacer una tela de 30, además un estudio de castaños rosados y uno de castaños blancos. Pero si las circunstancias me lo permiten, espero hacer un poco de figura. Vagamente se presentan cuadros a mis ojos, pero aunque llevará tiempo ponerlos en limpio, eso vendrá poco a poco.

4 de junio de 1890.

... Por cierto me parece tan enfermo y aturdido con algunos años corno tú y yo, y es de mayor edad y hace algunos años perdió a su mujer, pero es muy médico y su oficio y su fe sin embargo lo sostienen. Ya somos muy amigos y por casualidad también conoció a Brias de Montpellier y tiene de él las mismas ideas que tengo yo, que es alguien muy importante en la historia del arte moderno. Trabajo en su retrato, la cabeza con una gorra blanca, muy rubia, muy clara, las manos también de encarnación clara, un frac azul y un fondo azul cobalto, apoyado sobre una mesa roja, sobre la que hay un libro amarillo y una planta de digital con flores púrpuras. Está dentro del mismo sentimiento que mi retrato, que hice cuando llegué aquí.

17 de junio de 1890.

... En este momento estoy haciendo dos estudios, uno un ramo de plantas salvajes, cardos, espigas, hojas de diferentes coloraciones. Una casi roja, la otra muy verde, la otra amarillenta. El segundo estudio, una casa blanca entre la vegetación, con una estrella en el cielo de noche y una luz anaranjada en la ventana y vegetación, negra y una nota rosa oscura. Eso es todo por el momento. Tengo una idea para hacer una tela más importante de la casa y del jardín de Daubigny, del que ya tengo un pequeño estudio. El Sr. Gachet es absolutamente fanático de ese retrato y quiere que haga uno para él, si puedo, absolutamente igual, cosa que yo también deseo hacer. También pudo comprender ahora el último retrato de arlesiana, del que tienes uno en rosa; cuando viene a ver los estudios vuelve siempre a esos dos retratos y los admite por completo, pero por completo, tal cual son. Espero enviarte pronto un retrato de él.

Además pinté en su casa dos estudios que le di la semana pasada, un áloe con caléndulas y cipreses, y el domingo pasado, rosas blancas, parra y una figura blanca.

Muy probablemente también haré el retrato de su hija que tiene diecinueve años, y de la que me imagino que Jo se hará muy pronto amiga. Entonces es una gran alegría para mí hacer los retratos de todos ustedes al aire libre: el tuyo, el de Jo y el del pequeño.

Mi querido amigo Gauguin:

Gracias por haberme escrito de nuevo, mi querido amigo y queda tranquilo, que después de mi regreso he pensado en ti todos los días. No me he quedado en París más que tres días y el ruido, etc., parisiense me causaba tan mala impresión que he juzgado prudente para mi cabeza largamente al campo; de no ser así en seguida hubiera corrido a verte. Y me causa un enorme placer que digas que el retrato de la arlesiana, hecho rigurosamente sobre tu dibujo, te ha gustado.

He tratado de seguir con fidelidad respetuosa tu dibujo y, sin embargo, tomando la libertad de interpretar por medio de un color el carácter sobrio y el estilo del dibujo en cuestión. Es una síntesis de arlesiana, si quieres; como las síntesis de arlesianas son raras, toma ésta como obra tuya y mía; como resultado de nuestros meses de trabajo juntos. Para hacerlo, yo he pagado con más de un mes de enfermedad, pero también sé que es una tela que tú, yo, y otros pocos comprenderemos, como nosotros querríamos que se comprenda...

Tengo aún de allá un ciprés con una estrella, un último ensayo -un cielo de noche, con una luna sin resplandor, apenas el delgado creciente emergiendo de la sombra opaca proyectada por la tierra - una

estrella de resplandor exagerado, si te parece, resplandor suave de rosa y verde en el cielo ultramarino donde corren las nubes.

En lo bajo, un camino bordeado de altas cañas amarillas, detrás de las cuales están los Bajos Alpes azules, un viejo albergue con ventanas iluminadas de anaranjado y un ciprés muy alto, muy recto, muy sombrío. Sobre el camino, un coche con un caballo blanco y dos paseantes retrasados. Muy romántico, si te parece; pero también, creo, muy provenzal...

Oye una idea que quizá te convenga; yo trato de hacer así, estudios de trigales -yo no puedo sin embargo dibujar esto -, nada más que tallos de espigas verdeazules, hojas largas como cintas, verdes y rosas por el reflejo, espigas amarilleantes, ligeramente ribeteadas de rosa pálido por la floración polvorosa, una campanilla rosa en lo bajo, enrollada alrededor de un tallo.

Así, ayer vi dos figuras: la madre, con un vestido carmín profundo, la hija en rosa pálido con un sombrero amarillo sin adorno alguno; rostros muy sanos de campesinas, bien curtidos por el aire libre, quemados por el sol; la madre, sobre todo, con una cara muy, muy roja y cabellos negros y dos diamantes en las orejas. Y he vuelto a pensar en esa tela de Delacroix: La educación materna. Porque en las expresiones de los rostros había realmente todo lo que hubo en la cabeza de George Sand, ya sabes que hay un retrato - busto George Sand - de Delacroix; hay un grabado en la Ilustration, con los cabellos cortos.

30 de junio de 1890.

Una carta de Gauguin bastante melancólica; él habla vagamente de que está decidido a irse a Madagascar; pero tan vagamente, que se ve claro que piensa en esto porque no sabe realmente en qué otro lugar pensar.

Y la ejecución del plan me parece casi absurda.

Incluyo tres croquis - uno de una figura de aldeana, gran sombrero amarillo, con un nudo de cintas azulceleste, rostro muy rojo, traje casero grueso, azul, puntilleado de anaranjado, fondo de espigas de trigo.

Es una tela de 30, pero temo que sea un poco grosera. Después el paisaje a lo largo con los campos, un motivo que sería de Michel, pero en cambio la coloración es verde tierno, amarillo y azul verde.

Después, una maleza de troncos de álamos violetas que perpendicularmente, como columnas, atraviesan el paisaje; la profundidad de la maleza es azul y, bajo los grandes troncos, la pradera florida, blanca, rosa, amarilla, verde, largas hierbas rosadas y flores.

Quizás veas este croquis del jardín de Daubigny - es una de mis telas más queridas -; te adjunto un croquis de viejos rastrojos y los croquis de 2 telas de 30, que representan inmensas extensiones de trigo después de la lluvia.

El jardín de Daubigny tiene el primer plano de hierba verde y rosa. A la izquierda, un macizo verde y lila y un tronco de planta con follaje blanquecino. En medio de un cantero de rosas a la derecha, un conjunto de cañas, una pared y sobre la pared un avellano de follaje violeta. Después, una hilera de lilas, una fila de tilos redondeados, amarillos; la casa misma en el fondo, rosa, con techo de tejas azuladas. Un banco y tres sillas, una figura negra con sombrero amarillo y en primer plano un gato negro. Cielo, verde pálido.

Carta que Vincent Van Gogh llevaba encima, el 29 de julio, día en que falleció.

Mi querido hermano:

Gracias por tu buena carta y el billete de 50 francos que contenía. Ya que esto va bien, que es lo principal, ¿por qué insistiré sobre cosas de menor importancia? ¡a fe mía!... antes de que haya oportunidad de hablar de asuntos con la cabeza mas reposada, pasará probablemente mucho tiempo. Los otros pintores, piensen lo que piensen, instintivamente se mantienen a distancia de las discusiones sobre el comercio actual. Porque aunque, la verdad es que sólo podemos hacer que sean nuestros cuadros los que hablen, mi querido hermano, añado que siempre te he dicho - y te vuelvo a decir otra vez con toda la gravedad que pueden dar los esfuerzos del pensamiento asiduamente fijo para tratar de hacer tanto bien como se pueda - te vuelvo a decir que yo consideraré siempre que tú eres algo más que un simple marchand de Corot, y que por mediación mía tienes tu parte en la producción misma de ciertas telas que aun en el desastre guardan su calma.

Porque nosotros estamos aquí y esto es todo o por lo menos lo principal que puedo tener que decirte en un momento de crisis relativa. En un momento en que las cosas están muy tirantes entre marchands de cuadros de artistas muertos y de artistas vivos.

Pues bien, mi trabajo; arriesgo mi vida y mi razón destruida a medias – bueno - pero tú no estás entre los marchands de hombres, que yo sepa; y puedes tomar partido, me parece, procediendo realmente con humanidad, pero, ¿qué quieres?

Posted by roge at September 24, 2005 3:37 PM
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